Los departamentos más afectados son La Paz, Chuquisaca, Cochabamba, Santa Cruz y Potosí. El Gobierno declaró la emergencia nacional el pasado 26 de marzo
Las lluvias que enfrenta Bolivia dejaron un saldo de 52 fallecidos y 452.067 familias afectadas desde noviembre de 2024 a la fecha, informó este domingo el Gobierno boliviano, mientras el Servicio Nacional de Hidrología y Meteorología catalogó la crisis como las precipitaciones más intensas en cuatro décadas.
Según informó a la prensa el ministro de Defensa boliviano, Edmundo Novillo, las precipitaciones afectaron a 4.971 comunidades en los nueve departamentos de Bolivia.
«La magnitud del desastre nos obliga a actuar con rapidez y coordinación», indicó el ministro al anunciar las medidas gubernamentales.
Las autoridades declararon emergencia nacional el 26 de marzo, lo que permite la gestión de ayuda internacional y la movilización de recursos para la atención de los afectados. Entre los departamentos más golpeados se encuentran La Paz (oeste), Chuquisaca (sur), Cochabamba (centro), Santa Cruz (este) y Potosí (sudoeste).
El temporal provocó efectos catastróficos con viviendas destruidas, cultivos arrasados, cientos de animales muertos y poblaciones enteras aisladas por el colapso de puentes y carreteras.
El ministro advirtió que Bolivia, al igual que otros países de la región, enfrenta los efectos de una crisis climática global, un «fenómeno irreversible», por lo que urgió a reforzar las medidas de prevención ante futuros desastres.
En tanto, el presidente del país andino, Luis Arce, convocó a gobernadores y alcaldes de las zonas afectadas para coordinar la respuesta y la posterior reconstrucción. Como parte del plan de emergencia, Bolivia ya dispone de un crédito de 75 millones de dólares para atender la crisis.
Hasta la fecha, el Tesoro General del Estado ha entregado 2,5 millones de bolivianos en asistencia humanitaria, mientras que el Ministerio de Defensa y el Ministerio de la Presidencia han entregado 234 toneladas de ayuda, beneficiando a más de 20.000 familias.
Sin embargo, la magnitud del desastre exige mayores recursos y respaldo internacional. «Las pérdidas son incalculables y la emergencia está lejos de terminar», señaló Novillo.