Luego del anuncio del vocero presidencial, las compañías privadas estarán habilitadas para operar en el sector, lo que elimina el monopolio de la empresa estatal
Tras el paro de Intercargo que afectó a miles de pasajeros en Ezeiza y Aeroparque, el Gobierno anunció una reforma radical: la desregulación del servicio de rampas en todos los aeropuertos. El vocero presidencial, Manuel Adorni, declaró que a partir de ahora se permitirá que empresas privadas operen en este sector, eliminando el monopolio de Intercargo.
El ministro de desregulación, Federico Sturzenegger, detalló que esta medida es parte de un proceso de desregulación que comenzó el año pasado y que hoy se amplía al servicio de rampas. «Aeroparque es un punto crítico. Ahora, las empresas van a poder comercializar los slots, asegurando un uso pleno de esta área», señaló.
Según el funcionario, este cambio permitirá a otras compañías utilizar las posiciones de Aeroparque, bloqueadas anteriormente por Aerolíneas Argentinas, lo que optimizará el flujo en ese aeropuerto clave.
En la misma línea, el secretario de Transporte, Franco Mogetta, defendió la medida, afirmando que habilitar a nuevos actores para prestar servicios de rampas era un paso crucial en la desregulación del sistema de transporte aéreo en el país. Mogetta enfatizó que, en caso de emergencia, las fuerzas de seguridad podrían intervenir para garantizar la continuidad del servicio. «Estos servicios eran un cepo más del sistema macabro que se había creado en Argentina», añadió.
Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, destacó la participación de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) para liberar vuelos afectados durante el paro de Intercargo. «La PSA descargará el equipaje detenido en Aeroparque mientras dure la actuación excepcional motivada por esta huelga salvaje», dijo Bullrich, y agregó que en casos futuros se procederá de manera similar para evitar que los pasajeros queden retenidos.
El paro de Intercargo provocó momentos críticos en los aeropuertos, con decenas de pasajeros varados y algunos en necesidad de atención médica. Bullrich relató que la PSA intervino para bajar a 1.500 pasajeros, muchos de los cuales tuvieron que ser asistidos por golpes de calor y pánico. «Fue uno de los peores días de la historia aeroportuaria», concluyó.