Japón anunció este miércoles que se retira de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), con el objetivo de reanudar la caza comercial a partir de julio de 2019. La medida había sido anticipada en septiembre de este año.
La decisión podría costarle al país una ola de críticas internacionales, tanto por parte de gobiernos como por organizaciones defensoras de los animales. En especial, desde los países defensores de las ballenas, con Australia, la Unión Europea y Estados Unidos a la cabeza.
El archipiélago se une así a Islandia y Noruega, que practican abiertamente la caza con fines comerciales.
Sin embargo, Japón se abstendría de cazar «en aguas de la Antártida o en el hemisferio sur», precisó el representante del ejecutivo, Yoshihide Suga, en una rueda de prensa. La caza estará «limitada a las aguas territoriales y a la zona económica exclusiva» de Japón.
De esta manera, el Gobierno nipón abre un nuevo frente entre los detractores y los defensores de la caza de cetáceos, que los japoneses, especialmente los más nacionalistas, consideran como una importante tradición nipona multisecular.
Japón nunca dejó totalmente de cazar ballenas, sirviéndose de una falla de la moratoria de 1986 que autoriza la captura de esos animales para la investigación. La carne de ballena termina, sin embargo, en las pescaderías.
Y aunque constituyó una importante fuente de proteínas en la posguerra, en la actualidad la mayoría de los japoneses aseguran que no comen carne de ballena, o que lo hacen muy de vez en cuando.
Fuente: AFP