El 30 de octubre de 1983 los argentinos volvían a las urnas después de un extenso período de siete años sin democracia. Según los contemporáneos ese domingo 30 de octubre fue inolvidable, 18 millones de ciudadanos acudieron a votar y se vivía una verdadera fiesta.
Aquel día no sólo fue una fiesta de dignidad y libertad, sino que también significó un quiebre con los siete años de una cruenta y sanguinaria gobernación antidemocrática por parte de las Fuerzas Armadas, que se llevó consigo la vida de 30.000 personas. Las elecciones coronaron como ganadora a la fórmula de la Unión Cívica Radical – Raúl Alfonsín y el cordobés Víctor Martínez.
En una elección polarizada, Raúl Alfonsín fue electo presidente al obtener cerca del 52% de los votos contra el 40% de Italo Argentino Luder (Partido Justicialista).
El gobierno de Alfonsín debió enfrentar problemas de extrema gravedad. El más urgente era, en el plano político, la relación con las Fuerzas Armadas; aunque también en el económico.
La cuestión de la responsabilidad de los militares en la represión fue enfrentada a partir de dos medidas básicas. En primer lugar, el presidente Alfonsín dispuso el juzgamiento de las tres primeras juntas militares y de las cúpulas de los grupos extremistas ERP y de Montoneros. En segundo término, dispuso la creación de la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (CONADEP). Este organismo tuvo como objetivo recibir las denuncias sobre secuestros, torturas y desapariciones durante la dictadura. Con estas denuncias, la CONADEP realizó un exhaustivo y riguroso informe, que sirvió de base para el procesamiento de los jefes militares.
El Gobierno consiguió llevar adelante el Juicio contra las juntas militares. En 1985, los principales jefes militares fueron encontrados culpables y condenados a prisión por la Justicia. Sin embargo, el problema de las responsabilidades militares en la represión no terminó allí.
Volviendo a aquel 30 de octubre, fue una jornada que devolvió la vida a los ciudadanos. La esperanza que derramó aquel triunfo cambió el humor social y nos introdujo en una etapa de refundación social basada en la profunda convicción democrática de Alfonsín y resaltando aquellos valores que él vino a compartir con la sociedad: honestidad, moralidad, humildad, institucionalidad, compromiso y democracia, según describe Télam.
Raúl Alfonsín nunca declinó la idea de imaginar a la Patria como un patrimonio común, basado en un compromiso colectivo, capaz de superar la fragmentación de la sociedad y trascender los proyectos de acumulación de poder.
Cabe destacar, que con motivo de este aniversario es que en el día de ayer el presidente Mauricio Macri encabezó un homenaje a Raúl Alfonsín en la Casa Rosada junto a dirigentes del radicalismo.